Este sitio es mi tercer hijo. En realidad, el único planificado de los tres. Para ser más exactos, este sitio sería el hijo del medio, porque surgió cuando sólo teníamos un pequeño Travieso, pero luego vinieron nuevamente las dos rayitas rojas, el caos, cambio de planes, y las dudas que dieron paso a nuestra niña primavera: Emma.

Tuve que poner en pausa muchos planes y sueños, y retomar las noches de insomnio, cólicos y ojeras. El hijo del medio tuvo que esperar a que estuviera lista para exigir el lugar que merece.

Luego nos mudamos de país, cruzamos fronteras y volvimos a empezar de cero con nuestros dos hijos pequeños como los cimientos más fuertes de este nuevo hogar. Los últimos tres años de mi vida se convirtieron en un torbellino, un viaje repleto de turbulencias y tempestades; pero también he vuelto a brincar en los charcos junto a mi niña interior, he dibujado montones de arcoíris y he bailado bajo la lluvia, incluso en los aguaceros más fuertes.

Sin lugar a dudas, han sido años difíciles, pero también los que más me han aportado como persona y mamá. En medio de tanto, tuve que enfrentar una parálisis facial que me desfiguró el rostro, transformó mi sonrisa y luego se repetiría más de diez veces, una de ellas en este nuevo comienzo.

Acupuntura, esteroides, ejercicios, mucha fuerza y apoyo incondicional fueron parte indispensable de la terapia para recuperarme. “Parálisis facial recurrente”, le llamaría el neurólogo. «Un reto más», diría yo.

Por tantas circunstancias imprevistas, Periodista Mamarazzi pasó a un segundo plano, aunque en el fondo sentía la urgencia de retomar este proyecto que, de algún modo, también ha sido otro hijo.

Este sitio me (nos) ha costado noches de desvelos, dolores de cabeza, y ese mismo miedo que llegó con la maternidad y muchas veces nos dice que no lo haremos bien o que no estamos listos para asumir la responsabilidad.

Me gustaría que Periodista Mamarazzi sea un refugio para todos los que nos dedicamos a cuidar de otros, y que alcance a una comunidad de madres y padres tan cansados como nosotros, para construir juntos una tribu libre de prejuicios capaz de compartir experiencias, confesiones y consejos desde el respeto y la empatía.

Aquí estamos hoy, con un hogar en construcción, viviendo un día a la vez y con una maleta repleta de sueños, solo con eso llegamos a este nuevo país: con los sueños y con nuestros dos traviesos en brazos, listos para crecer junto a ellos.