Crecer en un mundo donde la magia y el amor se entrelazan con el aprendizaje y el juego es un regalo para nuestros hijos. En este viaje caótico, pero especial, la imaginación se convierte en la brújula y el amor en el combustible. Sin embargo, tener días difíciles también es parte del paisaje, mientras permitimos que las emociones fluyan como ríos en crecida, porque la autenticidad es clave en este mundo que les presentamos.
Los niños son seres genuinos que no conocen los filtros. Se permiten sentir, decir y hacer lo que consideran oportuno en cualquier circunstancia. Su capacidad para expresar emociones sin inhibiciones es un recordatorio poderoso de la pureza intrínseca que poseen.
No se detienen a evaluar si sus lágrimas son aceptables o si su risa es excesiva; simplemente se sumergen en la plenitud de sus emociones. Esta libertad emocional y expresiva es un rasgo hermoso que, como adultos, podríamos aprender a apreciar más. Observar a un niño ser auténtico en su expresión emocional es presenciar la esencia misma de la humanidad sin restricciones ni máscaras, mostrando al mundo lo que realmente significa ser uno mismo.
En nuestra casa, todas las emociones son válidas, aunque no siempre resultan cómodas, seamos sinceros. Como adultos esa intensidad de los niños puede resultar abrumadora. La alegría desbordante puede ser contagiosa, pero también reconozcamos que es muy difícil acompañar durante un episodio de berrinche incontrolable y regularnos nosotros para que ellos también lo hagan.
A veces, nos sentimos abrumados por la energía incansable de su felicidad o desconcertados por el peso de sus lágrimas. En este escenario de emociones encontradas, hemos aprendido que, al validar todas estas sensaciones, les estamos enseñando a nuestros hijos que está bien sentir y expresar lo que experimentan, independientemente de la intensidad.
Este proceso nos desafía constantemente a estar presentes para ellos en cada momento emocional, mostrándoles que sus sentimientos son aceptados y valorados en nuestro hogar, creando un espacio seguro donde puedan explorar libremente sus emociones sin temor al juicio o la censura.
Los niños son esponjas emocionales
En los últimos tiempos las tardes en casa han sido un remolino de emociones. Un día, mi hijo de casi cuatro años interrumpió repentinamente su juego para preguntarme si estaba triste. Quedé sorprendida porque yo no había mencionado nada sobre mi día complicado. Esta situación me hizo reflexionar acerca de la increíble capacidad que tienen los niños para percibir nuestras emociones, incluso cuando intentamos ocultarlas.
Los niños son como esponjas emocionales, absorbiendo no solo nuestras palabras, sino también nuestras expresiones faciales, tono de voz y lenguaje corporal. En una tarde particularmente estresante, mientras intentaba ocultar mi preocupación tras una sonrisa, Daniel, con su aguda sensibilidad, detectó mi tensión. Sin una sola palabra, se acercó y me rodeó con un abrazo reconfortante. Su acción silenciosa y su gesto cálido me hicieron consciente de la profundidad de su percepción emocional.
Me sorprendió cómo había captado mi estado de ánimo sin necesidad de una explicación verbal. En ese instante, comprendí la capacidad asombrosa que tienen los niños para sintonizar con nuestras emociones, incluso cuando intentamos que no las perciban. Fue un recordatorio poderoso de que sus antenas emocionales están siempre activas, absorbiendo no solo lo que decimos, sino también lo que sentimos, incluso cuando tratamos de disimularlo.
El poder de las palabras y las acciones
Las palabras que elegimos al hablar frente a los niños tienen un poder inmenso y un impacto duradero en su desarrollo emocional y en la formación de su autoimagen. Cada frase, cada adjetivo, tiene el potencial de moldear sus pensamientos, sus actitudes y sus creencias sobre sí mismos y los demás.
Por tal motivo, somos responsables de elegir nuestras palabras sabiamente, conscientes del impacto que pueden tener en la construcción del mundo emocional y psicológico de los niños.
Además de las palabras, nuestras acciones tienen un peso significativo en la forma en que ellos perciben el mundo y construyen sus propias interacciones. Los hijos no solo absorben lo que decimos, sino que también observan atentamente cómo actuamos y nos comportamos en diversas situaciones.
Absorben nuestros gestos, nuestra forma de tratar a los demás y cómo manejamos las situaciones difíciles. En nuestro antiguo apartamento, un anciano en silla de ruedas iba cada día a la fisioterapia, y Daniel esperaba que regresara en la tarde para llevarlo hasta su casa junto a mi esposo que lo ayudaba.
Ese pequeño gesto, que en realidad es muy importante para ellos, refleja que nuestras acciones cotidianas, incluso las más simples, modelan los valores y las expectativas que los niños adoptan. Cada gesto de bondad, cada muestra de paciencia, cada acto de empatía no solo deja una impresión en ellos, sino que también moldea su comprensión del mundo y cómo eligen interactuar con él.
Y para todos los padres que valoran los momentos compartidos con sus pequeños exploradores del mundo emocional, acá les dejo este regalo especial. Un cuento mágico que une las estaciones del año con las emociones, recordándonos la importancia de cada sentimiento y temporada en nuestras vidas.
Estaciones del alma: el ciclo de las emociones
En un reino lejano, existía un lugar mágico donde las estaciones del año bailaban al son de las emociones de los habitantes. En este lugar, cada estación estaba asociada a un estado de ánimo particular, y todas eran igualmente importantes.
La primavera representaba la alegría y la esperanza. Cuando las risas llenaban el aire y los corazones se abrían como flores, la primavera llegaba bailando con su brisa cálida y sus colores brillantes. Los días soleados eran como abrazos reconfortantes que inundaban los campos de felicidad.
El verano traía consigo la emoción y la pasión. El sol brillaba con intensidad, al igual que los corazones de los habitantes. Las emociones se desbordaban como los ríos caudalosos, reflejando la energía y la vitalidad de la estación. Sin embargo, ocasionalmente, una lluvia de verano refrescaba los ánimos y limpiaba el ambiente, recordándoles que las emociones pueden ser un arcoíris en sí mismas.
El otoño llegaba con una mezcla de nostalgia y sabiduría. Las hojas caían, llevándose consigo momentos preciosos, mientras los días se acortaban y las sombras se alargaban. El sol se volvía más suave, pero la lluvia refrescante continuaba pintando los paisajes con sus gotas brillantes. La tristeza a veces se confundía con la belleza de la melancolía de esta estación.
Finalmente, el invierno representaba la calma y la reflexión. Cuando las emociones se volvían tranquilas como la nieve, el mundo parecía adormecerse. El sol se ocultaba detrás de las nubes grises, pero la lluvia también regresaba, a veces como lágrimas silenciosas que lavaban el alma y preparaban el terreno para el renacer.
Los habitantes aprendieron que todas las estaciones del año eran importantes y necesarias. Descubrieron que, al igual que el sol y la lluvia se alternan para nutrir la tierra, las emociones, tanto las alegres como las tristes, son esenciales para nutrir el corazón humano y el crecimiento personal. Apreciaron que cada estación, al igual que cada emoción, aportaba su propia belleza y enseñanzas al ciclo de la vida.
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Ketty
Excelente!!! es una lástima que no da opción de dar me encanta!!! bendiciones para todas las madres del mundo!!!
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Annie Delgado Neto
Es increíble la percepción de los estados de ánimo por parte de los niños. Aparentemente para nosotros «no se dan cuenta», pero….no es así. Y lo mejor que tienen es que dicen las cosas «sin pelos en la lengua», de ahí la frase «los niños no mienten» cuando de opinar se trata. Muy bonito artículo! 👏👏👏👏👍😘😘😘😘
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Annie Delgado Neto
Qué bonito artículo!👏👏👏 Después de ser madre, vendrán otras versiones de tí, y aunque eres tú….nunca serás la misma. Te lo aseguro!!💞 Y ni qué decir cuando se llega a «otra escala»…. la de abuela!! Más nunca te encuentras!!😉🤗😍😘😘😘😘
Pablo Gustavo Díaz Reyes
Te puedo asegurar que con cada paso que das te vas volviendo más fuerte, más inteligente vas viendo la vida con diferentes matices que te van dando la sabiduría necesaria para afrontar los problemas eres una prodigio de la escritura así como ser madre me siento feliz por esos bebés que ya van creciendo y que ha cuidado con tanto amor, un beso grande los quiero mucho sigan así y verán que van ha salir a delante , ya lo están haciendo poco a poco un abrazo
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Te ponen a tu hijo en brazos y de repente se abre una puerta invisible a ese universo totalmente desconocido para ti, pero que...
Annie Delgado Neto
Es increíble la percepción de los estados de ánimo por parte de los niños. Aparentemente para nosotros «no se dan cuenta», pero….no es así. Y lo mejor que tienen es que dicen las cosas «sin pelos en la lengua», de ahí la frase «los niños no mienten» cuando de opinar se trata. Muy bonito artículo! 👏👏👏👏👍😘😘😘😘