En un rincón oculto de Traviesilandia, donde las estrellas son más brillantes y cuentan secretos antiguos, existe un lugar extraordinario conocido como el Reino de los Sueños. En este lugar misterioso, los sueños cobran vida y flotan como burbujas de colores en el aire.
Cada sueño tiene un tono, una intensidad y son el combustible que mantiene con energía todo el reino. En medio del lejano sitio, se encuentra el Árbol de los Sueños, un majestuoso roble que se alza hasta tocar el cielo. Sus ramas se extienden como brazos abiertos, mientras invitan a todos, jóvenes y adultos, a descubrir los tesoros ocultos entre sus hojas.
En la hora mágica del crepúsculo, cuando el sol y la luna se cruzan en el cielo, es cuando el Árbol de los Sueños cobra vida. Sus hojas brillan con destellos de una luz dorada muy peculiar, y el murmullo del viento susurra cuentos olvidados.
Cierto día, un niño curioso llamado Daniel tropezó con el sendero que conducía al Reino de los Sueños. La luz del Sol parecía refugiarse en sus rizos dorados, mientras la luna le sonreía desde lo alto. Siguiendo la luz que brotaba del Árbol de los Sueños, el pequeño travieso se adentró en el reino, sin darse cuenta que alguien más lo perseguía entre las sombras.
El Reino de los Sueños es un lugar de ensueño y fantasía, un mundo aparte donde la realidad y la imaginación se entrelazan en una danza de colores y maravillas. En este lugar misterioso, las praderas están cubiertas de flores con un dulce aroma, mientras ríos cristalinos serpentean a través del terreno, creando suaves murmullos que invitan a la reflexión. Los árboles altos y frondosos, algunos con hojas de tonos pastel, susurran secretos increíbles con cada caricia del viento.
El cielo del Reino de los Sueños es un lienzo de arte en movimiento. Estrellas brillantes bailan con las nubes en una coreografía celestial, y a veces, la aurora boreal dibuja pinceladas de colores brillantes que danzan a lo largo del horizonte.
En este mundo mágico, criaturas fantásticas se deslizan entre las sombras, seres luminosos que sólo se revelan a aquellos con corazones abiertos a la magia. Existen hadas que dejan destellos de luz en su camino, unicornios majestuosos que trotan por las praderas y dragones amistosos que vuelan alto.
El Árbol de los Sueños es el corazón palpitante del reino. Su tronco es como una antigua columna de sabiduría, sus raíces se entrelazan con la tierra, mientras sus ramas se extienden hacia el cielo como manos abiertas para recibir los anhelos y sueños de todos aquellos que visitan el lejano reino.
A medida que los soñadores se adentran en el sitio mágico, pueden sentir una energía especial que susurra palabras de aliento y esperanza. Aquí, los límites entre la realidad y la fantasía se difuminan, y los corazones se llenan de una sensación de maravilla y asombro.
En el Reino de los Sueños, el tiempo parece dilatarse y fluir de manera diferente. Los días y las noches se entrelazan, mientras permiten que los sueños se tejan en un tapiz infinito de posibilidades.
El curioso Daniel estaba deslumbrado por tantas luces y colores. Distraído en sus pensamientos, no se dio cuenta de la pequeña figura que se acercaba. De repente una mano le agarra la pierna y él da un brinco asustado. Su hermana menor, Emma, lo había perseguido desde que salió de casa, dispuesta a acompañarlo, como siempre, en cada aventura.
—¡Tata! ¡Qué lindo este lugar! —le dijo emocionada.
Daniel observó a su hermana que bailaba de con una sonrisa traviesa en los labios.
—¡Me encontraste! ¿Quieres ver algo increíble? —le respondió también emocionado.
Él disfrutaba compartir cada experiencia con su hermana menor, y juntos viajar a los rincones más sorprendentes de Traviesilandia.
Los ojos de Emma se iluminaron mientras su hermano le explicaba sobre el misterioso Árbol de los Sueños que cobraba vida para hacer realidad hasta los deseos más ocultos.
Los hermanos caminaban mientras se sorprendían en cada paso. De la mano, siguieron las luces doradas utilizadas para guiar a los soñadores.
De repente, un extraño sonido los detuvo. Debajo de un sauce llorón, un hombre adulto con una gran barba pelirroja, suspiraba de tristeza. Sus ojos estaban nublados por el dolor, y su mirada se perdía en la distancia.
—¿Estás bien? —preguntó Daniel con voz suave.
El hombre levantó la vista hacia los niños y suspiró.
—He perdido mis sueños —respondió con pesar—. Cuando era joven, quería ser un gran pintor, pero la vida me llevó por otros caminos y mis sueños quedaron olvidados en algún lugar del pasado.
Emma miró a su hermano, y ambos sabían que tenían que ayudar a este hombre a recuperar sus sueños.
—El Árbol de los Sueños puede ayudarte —dijo Daniel con determinación— No hay imposibles para él.
El hombre los miró con sorpresa y esperanza. ¿Sería verdad que ese árbol mágico podría ayudarlo a encontrar sus sueños extraviados?
No dejes de leer el próximo cuento para que descubras, junto a nuestros protagonistas traviesos, si el triste hombre puede recuperar sus sueños…
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Yunia
Hacía mucho tiempo no leía y ahora me quedo esperando tus cuentos …muy buenos…
Karelia
Que curiosidad!!!
Ketty
El árbol de los suelos nos hará esperar cada capitulo !!! Estoy leyéndote y sabes como soy!!!! Envuelves y llegas tanto cn tus escritos !!!! Bendiciones!!!