Te ponen a tu hijo en brazos y de repente se abre una puerta invisible a ese universo totalmente desconocido para ti, pero que será el terreno en el cual comenzarás a caminar desde ese momento. Las piernas te tiemblan, todo a tu alrededor da vueltas, sostienes a un bebé que te dicen es tuyo, aunque en realidad lo acabas de conocer, se están reconociendo ambos, el mundo está en pausa, sólo existen ustedes y esa puerta invisible para los demás. Una puerta que llega sin manual de instrucciones.
Mientras él está pegado a tu pecho, sientes los brazos cansados, todo tu cuerpo está adolorido, pero igual tienes que dar esos pasos y atravesar la puerta.
Es una incertidumbre constante lo que te espera del otro lado. Cruzas el umbral y ves pasar frente a tus ojos noches interminables de cólicos, pañales sucios, pezones que sangran, llanto constante, estrés, dudas, miedos, los primeros baños, los primeros dientes, los primeros pasos, las lágrimas que parecen ahogarse en las ojeras. Todo avanza como si fuera una película. Sientes que vives en un universo paralelo. Y de cierto modo es así desde que atravesaste la puerta. ¿De quién es esta vida que estás viviendo? ¿Quién es esa extraña que te mira del otro lado del espejo? ¿En qué momento pasó todo? ¿Se supone que esta eres tú ahora?
No logras familiarizarte del todo con tu nuevo “yo”, con tu nueva imagen, con tu nuevo bebé que sabes es tuyo, y lo amas como a nada en el mundo, estás segura de eso, pero al mismo tiempo te da una especie de ansiedad saber que te toca cuidar de él para que sobreviva. No es una planta que puedes regar una vez al día, no es una tarea que puedes olvidar y no pasa nada, es un pequeño ser humano que necesita de ti las 24 horas del día, todos los días de la semana.
No hay vacaciones, días libres, bajas por enfermedad, recesos, pausas. Tu tiempo ya no es tuyo. En ese nuevo universo que se abrió con tu parto, los días parecen interminables, pero avanzan tan deprisa que no tienes chance de pensar, organizarte, hacer planes. Vives en un maratón constante. Siempre estás corriendo, sin embargo, llegas tarde a todas partes, especialmente a ti misma.
Entonces aterrizan los mil consejos. Algunos con buena intención, otros como una especie de reclamo, con ese dedo que te señala y te juzga en cada paso.
Todos te dicen que no te pierdas. Pero es inevitable, te pierdes. Tienes que perderte si luego quieres encontrarte, aunque parezca un trabalenguas o una canción de reguetón. Estamos diseñadas biológicamente para perdernos en ese nuevo universo.
Ese es el tiempo de perderte en tu bebé, en sus necesidades, de crecer juntos, de aprender, de sobrevivir, de desplazar sueños, pendientes. Eres mujer más allá de ser mamá, pero no es tan sencillo. En esos primeros tiempos de la maternidad, en ese momento preciso cuando atraviesas la puerta, tienes que perderte, dejarte llevar, soltar un poco el control de todo lo que hasta el momento podías manejar, y asumir nuevos paisajes, retos y desafíos con la flexibilidad justa para hacerlo de la mejor manera que puedas.
Luego, en algún momento, te vas familiarizando con ese nuevo universo que se escondía en aquella puerta, y también comienzas a construir tu propio universo con los cambios que eso implica, las demoliciones, las reconstrucciones, las ventanas abiertas para que entre el Sol.
Mezclas tus dos “yo”, abrazas a tu versión del pasado, la descubres escondida en algún rincón, moribunda, casi sin respirar. La levantas, la sostienes, y luego le presentas a la nueva versión ojerosa que se ha adueñado de casi todos los espacios.
Ambas se miran, se presentan, se reconocen y se dan la mano, listas para caminar juntas. Se vuelven una sola, mientras cuidan a un bebé que va creciendo y luego construirá su propia historia.
En ese momento emprendes el viaje de regreso a ti, a tus sueños, a tu identidad renovada. Te vuelves de nuevo la protagonista de tu historia porque ellos también construyen la suya propia y tú los acompañarás en ese proceso.
Haces las paces con todas las mujeres que un día fuiste. Les brindas café, chocolate y miel. Las guardas junto a ti, porque ella representan ese río de sabiduría que luego te llevará al océano con el que sueñas.
No eres solo tus hijos, no eres solo mamá. Estuviste en las sombras para que ellos sobrevivieran, pero en algún momento vuelves a la luz. Reconoces que eres una mujer, una madre, una persona con sueños y deseos propios. Y mientras sigues cuidando y amando a tus hijos, también te cuidas y te amas a ti misma. Empiezas a balancear esos dos mundos, a encontrarte más allá de la maternidad con esa esencia que te hace única. Pero todo eso lleva tiempo, lleva perderse, lleva aceptar los cambios que aparecen con esa nueva puerta que se abre.
No sé cuál es el momento exacto en el que regresas a ti misma. No hay una fórmula para eso. Supongo que cada madre tiene sus propios tiempos, sus propios ritmos, según las condiciones y circunstancias en las que les corresponde maternar.
En mi caso, con esa sinceridad que me caracteriza a la hora de escribir sobre este tema, acerca de una maternidad real, que agota, que cansa, que duele, les confieso que todavía no emprendo el viaje de regreso a mí misma.
Las prioridades son otras, aunque intente en medio de tanto caos, reencontrarme. Pero no lo logro del todo. Quizás porque mis dos hijos llegaron en momentos complicados que demandaban nuevas maneras de adaptarnos todos, especialmente ellos.
Daniel llegó justo con la pandemia por el Covid-19 y Emma en medio de planes para salir del país y empezar una nueva vida. Ambos han tenido que crecer entre cambios constantes, mudanzas, fronteras, vuelos, la llegada a Estados Unidos, y a nosotros nos ha tocado ofrecerles una estabilidad que muchas veces no tenemos, o al menos no logramos construir del todo, por el propio ritmo que trae consigo emigrar y comenzar de cero.
Tal vez por eso me ha sido difícil encontrarme, hacer las paces con esta nueva vida, renovar los sueños, las ganas, las metas. Pero sé que ese momento llegará. Es una etapa temporal, y luego nos quedará la experiencia convertida en recuerdos.
La maternidad es un viaje que te lleva a un universo paralelo, esa puerta que te conduce a lugares desconocidos, pero al final, te descubres a ti misma incluso con una versión que ni conocías. Abrazas el presente porque haces lo que puedes y lo que este momento y tus hijos necesitan.
Y también te preparas para un futuro lleno de posibilidades, con la certeza de que, en cada paso que das, llevas contigo la magia de ese universo en el que te adentraste y que te transformó de una manera increíble. Eres la autora de tu historia, y la maternidad es una de las páginas más hermosas de tu libro de vida. Ese libro que nunca será un manual, porque está escrito desde la realidad diaria, quizás ahí se encuentra su verdadera magia.
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Ketty
Excelente!!! es una lástima que no da opción de dar me encanta!!! bendiciones para todas las madres del mundo!!!
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Annie Delgado Neto
Es increíble la percepción de los estados de ánimo por parte de los niños. Aparentemente para nosotros «no se dan cuenta», pero….no es así. Y lo mejor que tienen es que dicen las cosas «sin pelos en la lengua», de ahí la frase «los niños no mienten» cuando de opinar se trata. Muy bonito artículo! 👏👏👏👏👍😘😘😘😘
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Crecer en un mundo donde la magia y el amor se entrelazan con el aprendizaje y el juego es un regalo para nuestros hijos....
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Annie Delgado Neto
Qué bonito artículo!👏👏👏 Después de ser madre, vendrán otras versiones de tí, y aunque eres tú….nunca serás la misma. Te lo aseguro!!💞 Y ni qué decir cuando se llega a «otra escala»…. la de abuela!! Más nunca te encuentras!!😉🤗😍😘😘😘😘
Pablo Gustavo Díaz Reyes
Te puedo asegurar que con cada paso que das te vas volviendo más fuerte, más inteligente vas viendo la vida con diferentes matices que te van dando la sabiduría necesaria para afrontar los problemas eres una prodigio de la escritura así como ser madre me siento feliz por esos bebés que ya van creciendo y que ha cuidado con tanto amor, un beso grande los quiero mucho sigan así y verán que van ha salir a delante , ya lo están haciendo poco a poco un abrazo
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Te ponen a tu hijo en brazos y de repente se abre una puerta invisible a ese universo totalmente desconocido para ti, pero que...
Annie Delgado Neto
Qué bonito artículo!👏👏👏 Después de ser madre, vendrán otras versiones de tí, y aunque eres tú….nunca serás la misma. Te lo aseguro!!💞 Y ni qué decir cuando se llega a «otra escala»…. la de abuela!! Más nunca te encuentras!!😉🤗😍😘😘😘😘
Pablo Gustavo Díaz Reyes
Te puedo asegurar que con cada paso que das te vas volviendo más fuerte, más inteligente vas viendo la vida con diferentes matices que te van dando la sabiduría necesaria para afrontar los problemas eres una prodigio de la escritura así como ser madre me siento feliz por esos bebés que ya van creciendo y que ha cuidado con tanto amor, un beso grande los quiero mucho sigan así y verán que van ha salir a delante , ya lo están haciendo poco a poco un abrazo